MP3: entre todos lo mataron y él sólo se murió

Hoy día existen diferentes ofertas de música en streaming en la que mediante una suscripción mensual te permite disfrutar de horas y horas de música sin tener que ocupar almacenamiento interno en nuestros dispositivos, además de que la forma en cómo consumimos los servicios multimedia ha cambiado.

Quizás algunos de vosotros no lo habréis vivido pero yo que tengo más años que la puerta de una iglesia he conocido la música en vinilo, en casete y en CD, y la música se consumía de otra manera. Ni mejor ni peor, sólo diferente.

Breve repaso al formato musical

No pretendo empezar a contar historias del abuelo cebolleta ni decir frases como “en mi época…” pero si que me gustaría poder analizar el por qué (a mi entender) el formato MP3 está a punto de desaparecer, y debo empezar remontándome unos (cuantos) años atrás.

En los años 80 el consumo musical en casa se limitaba a los vinilos y a las cintas de casete. Si te gustaba un artista o grupo en concreto o una recopilación de canciones variadas debías comprar en las tiendas de música los álbumes completos, o bien si algún conocido tuyo ya lo poseía se lo pedías prestado para poder grabártelo en un casete regabable que después escuchabas una y otra vez en tu walkman (sí, lo que usa Star-Lord de Guardianes de la Galaxia).

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La (re)evolución apareció en los 90 (en España, claro, el soporte es muy anterior) con el formato CD, el cual permitía un mayor almacenaje de canciones y una facilidad de reproducción más cómoda que el vinilo y el casete, además de que su durabilidad era muy superior (cuántas cintas de casete tuve que tirar por estropearse debido al continuo uso). Con la aparición de este formato muchos descubrimos la opción de comprar el single de nuestro grupo o cantante favorito para poderlo escuchar y plantearnos si valdría la pena comprar el CD entero (antes, aunque te gustasen sólo un par de canciones, debías pagar el “pack completo”).

Formato MP3: y con él llegó el escándalo

Esta compresión de audio digital apareció a finales de la década de los noventa y marcó el antes y el después en la forma de almacenar la música. Su inclusión provocó que te olvidaras de comprar varios cedés y tener que intercambiarlos en tu reproductor, al permitirte descargar canciones y almacenarlas en un CD grabable en una cantidad superior a la que venían en un CD comercial (el número de esas canciones oscilaban sobre un máximo de 15) y poder incluir las canciones que más te gustaban.

La aparición de plataformas como Napster no hizo más que popularizar este formato y permitir el intercambio de canciones entre los usuarios por lo que se tenía acceso a un casi infinito catálogo de canciones. En poco tiempo podías descargar esas canciones en tu ordenador y volcarlas a un cedé y crear tus propias listas de reproducción.

Esto si hablamos de la forma “no autorizada” claro está, pero existía el método correcto que no perjudicaba a los derechos de autor, la compra on-line. Empresas como Apple facilitaron esta adquisición del consumo musical mediante plataformas como iTunes, que permitían el poder comprar canciones índividualmente o álbumes completos.

La llegada de los reproductores de formato MP3 confirmó que la forma de consumir la música había cambiado. Un aparato relativamente pequeño (dependiendo del modelo claro está) te daba la opción de almacenar miles de canciones y poder llevártelas  a cualquier parte. El reproductor de CD (discman) quedó obsoleto al igual que pasó con el walkman, y el reproductor de MP3 fue el formato preferido por todo el mundo para escuchar su música favorita.

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Aparición de la música en streaming

El MP3 había cambiado la forma de escuchar música pero no la forma de consumirla, es decir, se seguía “almacenando” esa música como cuando se usaban los CDs o vinilos.  La tenías guardada en tu ordenador  e ibas añadiendo más.

Pero a día de hoy la forma de consumir esa música ha cambiado. La aparición de las plataformas de música en streaming como Spotify, Apple Music o YouTube (o de la misma Xiaomi) permiten el acceso a miles de canciones de todos los estilos sin necesidad de almacenarlas. No necesitas un ordenador y un espacio en tu disco duro reservado para la música. Simplemente descargando la app de la plataforma que eliges y suscribiéndote a ella puedes escuchar la canción de moda, o descubrir artistas que desconoces.

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El consumidor actual está acostumbrado a la inmediatez, a que todo lo que quiera consumir pueda hacerlo en cuestión de segundos. Y esto es aplicable tanto a la música como al video o la fotografía y a la comunicación.

Todo queda obsoleto de un día para otro. Lo que ayer estaba de moda hoy ha caducado y el consumidor actual busca la novedad. No quiere tener guardada ninguna canción porque en varios días se cansará de ella y querrá escuchar otra. Y eso es algo en lo que el formato MP3 no puede pelear. Entre otras cosas porque el propio reproductor de MP3 hace años que quedó obsoleto con la aparición del smartphone.

Ahora el consumidor en vez de pagar por cada canción prefiere pagar un acceso por tener a mano un infinito catálogo de música, pero con la condición de que sólo sea un alquiler. Hemos cambiado la posesión por el “acceso con restricciones”.

Como he dicho antes, esto ni es mejor ni es peor, sólo es un reflejo de un cambio de preferencias en el consumidor. Ahora todo funciona de manera global y estamos acostumbrando a pensar así.

Como reflexión a esto me gustaría dejar una idea que me ronda: el tiempo avanza y con él irremediablemente llega algo que se llama nostalgia, esos hermosos recuerdos que aparecen y te empujan a querer volver a sentir las emociones que viviste hace tiempo y te marcaron. Ese momento en la playa con los amigos, la sensación de libertad mientras disfrutabas de un festival de música,etc. Momentos que fueron importantes para tí. Pero el consumo tal y como lo estamos conociendo quizás nos impida en un futuro poder revivir esos sentimientos porque quizás ya no tengamos el acceso a ellos. Porque el consumo de la inmediatez no se puede guardar.

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