Smartphone: ¿el nuevo opio del pueblo?

No sabemos concebir nuestro día a día sin el smartphone. Lo usamos para hacer fotos, para estar informados, para estar conectados a las redes sociales, para jugar mientras esperamos en la parada de metro, escuchamos música con él, podemos personalizarlo acorde a nuestros gustos y preferencias… e, incluso, hasta hay veces que los usamos para llamar por teléfono. Se ha convertido en la herramienta número uno indispensable. Es la navaja suiza todo en uno con la que hacemos todo. Lo usamos como excusa para empezar debates interminables sobre cuál es mejor o qué debe tener entre sus características para que sea considerado un producto premium. Pero ¿realmente es algo que merece tanta atención? ¿Lo hemos convertido en algo tan realmente necesario? Pues quizás sí.

Objeto de veneración

El filósofo alemán Karl Marx (para los de la ESO: no tiene relación con los otros 3 hermanos de idéntico apellido) fue el que acuñó la frase “la religión es el opio del pueblo”. Evidentemente esta afirmación se realizó en un contexto concreto de nuestra historia, y hacía alusión al uso de la religión como medio de las clases poderosas para tener al pueblo callado y aletargado. El uso de esta frase en este post no pretende poner en iguales situaciones un hecho de aquella época, ni pretendo decir que se ha cambiado la religión por la telefonía, en absoluto. Mi reflexión va por otro camino: el de intentar entender por qué todo lo que rodea al universo del smartphone es seguido por miles de personas y cada nuevo noticia hace correr ríos de tinta en medios de comunicación dispares.

Da igual como lo quieran llamar; ya sea Presentación, Keynote o Congreso. Es indiferente el nombre que se use para definir esa atención mediática a nivel mundial que se produce en cualquier evento de esas características. Consigue reunir a millones de personas y periodistas a una hora concreta (variando evidentemente la hora dependiendo del hemisferio en que esa gente se encuentre) para oír, adorar u odiar la presentación de un nuevo smartphone a la sociedad. Los CEO de las compañías más punteras en telefonía se han convertido en los nuevos gurús. Sabemos sus nombres, quienes son y su trayectoria. Consiguen que cada palabra sea escuchada atentamente y nos dejamos embaucar por sus palabras. Formamos parte sin saberlo del rebaño de esa compañía de telefonía a la que muchas veces haremos caso a pies juntillas si ni siquiera plantearnos si lo que nos cuenta es tan increíble como ellos dicen ser.

CEOs

Podemos ponerle nombres como Apple, Google o Xiaomi, eso da igual. Cada uno de nosotros elegirá uno y lo amará y defenderá con pasión frente al otro que a nuestro entender es tan ignorante que no ve las bondades de nuestra compañía favorita. No sabe apreciar el increíble esfuerzo que ellos realizan para que cada año tengamos lo último para estar un paso por encima del resto. Porque eso es lo que queremos, que lo que tenemos sea mejor que el del vecino. Pobre incrédulo que no ve que yo tengo razón y que él malgasta hasta el último euro en un smartphone que no trae lo último de lo último, o quizás sí lo trae, pero para mí no es digno de mi atención porque simplemente no me gusta.

Centros donde poder reverenciar

Cada forofo de una compañía tiene su centro de peregrinación donde poder ir y admirar, pero sobre todo desear, cada nuevo producto. Es un lugar donde poder tener en tu mano ese producto que deseamos porque las compañías han conseguido que lo desees. Porque si no llega a ser por ellos tú no sabrías que necesitabas ese teléfono de bordes curvados, o ese indispensable reconocimiento facial en 3D (¡en tresdé!) o esa increíble cámara de 12 megapixeles con apertura focal de 1’8 para que las fotos que te hagas en el ascensor o en el cuarto de baño de tu casa sean de una resolución increíble. Por que a ver si no cómo la gente que te sigue en tus redes sociales podrá ver lo bonito que es el alicatado de tu baño. Con qué gusto el arquitecto que ideó tu casa eligió con mimo el dibujo de la cenefa que delimita a modo de horizonte del aseo de tu casa. Gracias, cámara del smartphone.

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Pero por favor, no nos quedemos en un simple smartphone, pequeña representación de lo que estas compañías son capaces de hacer. También nos han creado tablets, auriculares, fundas e incluso cámaras de grabación en 360 grados. ¡Ah, e incluso zapatillas o camisetas! Porque ellos quieren que seamos felices y tengamos todas las necesidades cubiertas.

Nuevas conversaciones de bar

De siempre se han definido como conversaciones de bar aquellas tertulias en las que todo el mundo, aunque en realidad no sea experto (y ni falta que hace), defiende a ultranza un parecer que para él es dogma de fe, ya sea en política, religión o deportes. Básicamente durante décadas esas 3 opciones eran el tridente donde se sustentaban las peleas verbales. Pero hoy tenemos una cuarta que gana terreno a alguna de esas: la tecnología.

Porque hoy en día la tecnología a pasado de ser algo que era considerado para gente friki que usan gafas y se peinan con la raya al lado izquierdo, a ser un producto mass-media del que todo el mundo sabe aunque sean nociones básicas. Porque ahora ser geek mola. Si ahora sabes de tecnología eres alguien que está a la última. Ya no es el rarito al que llamaban sólo cuando no sabían por qué no funcionaba su ordenador Pentium II.

geek go pro

Y como digo, ahora las discusiones por determinar qué teléfono tiene las mejores especificaciones pueden compararse a las batallas dialécticas entre dos forofos del fútbol que defienden a capa y espada sus colores. La diferencia es que en vez de la defensa de unos colores en la equipación defendemos simbolitos, ya sean dibujos de manzanas, letras o combinaciones de ellas.

¿Necesitamos lo más puntero para el día a día?

Ese amor que las compañías nos inculcan con sus productos muchas veces nos llevan a no parar a pensar en nuestras necesidades. Porque el usuario medio puede perfectamente sobrevivir con especificaciones discretas en sus teléfonos. Pero nosotros queremos lo último de lo último, nos haga falta o no, que a ser que no.

Las compañías hablan de productos tan potentes que los comparan con ordenadores: smartphones o tablets con procesadores de pocos manómetros que nos permiten realizar todo tipo de acciones y potencia de sobra para que podamos realizar todo aquello que soñamos. No dicen que no necesitarás otra cosa y tal vez sea cierto. Y por eso quizás es porque cada año suben un poco más los precios de un tope de gama. Porque si te gastas tal cantidad de dinero en él, no vas a poder comprarte otra cosa. Pero oye, ¡no podrás decir que los whatsapps no llegan volando!

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Pero no me entiendas mal, puede parecer que esté cargando contra un par de compañías en concreto, las cuales son las líderes en el mercado. También englobo a esas compañías que, al igual que las otras, también son veneradas por miles de personas a precios más reducidos y atractivos. Porque ellas también han conseguido que piquemos, solo que su estrategia es hacerte ver que venden lo mismo que las otras a precios competitivos.

Porque ellas también están abriendo centros de veneración (tiendas físicas, perdón) para seguir teniendo sus feligreses contentos a los que seguir ofreciendo especificaciones top a buenos precios si, pero volvemos a lo de antes. Mucha potencia y especificaciones de altos vuelos para que al final todos, o casi todos, usemos un par de aplicaciones de mensajería y hagamos un par de fotos.

Quizás hoy me encuentro muy derrotista y muy probablemente esté exagerando, y la tecnología, y concretamente el smartphone, no se haya convertido en ese objeto que adoramos día tras día y que si nos los quitan no sabríamos que hacer. Y seguro que no tiene la influencia en la sociedad que yo estoy afirmando. Claro que nuestra vida es mucho más que mirar la pantalla de 5 pulgadas o más. Pero piensa una cosa, tú estás leyendo esto y yo lo he escrito a las 7 de la mañana. Los dos estamos usando nuestro tiempo en hablar de él y leer sobre él. Así que haz cuentas, criatura.

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